Quizá la primera escena que se me viene a la mente es la de la película “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”, cuando los pequeños individuos, de enormes cabezas y de pasos torpes rodean, como abejas, a uno de los que han elegido para viajar con ellos en su nave que ha descendido en una base de investigadores humanos, en la cima de una montaña. Pero, sin dudas, la fama de estos extraterrestres conocidos como “Los Grises” es la de ser responsables de secuestrar personas y de someterlas a prácticas dolorosísimas de auscultamiento y de laboratorio. Estamos, quizá, de acuerdo en que esto puede pertenecer a un guión de Hollywood, y si concedemos la razón a Carl Sagan, por lo de su libro “El mundo y sus demonios”, hasta podría ser un desvarío colectivo. ¿Pero qué sucede cuando los pronunciamientos vienen de personas cuya capacidad intelectual, reconocida trayectoria y probada lucidez están sobradamente asegurados? Es entonces que nuestra curiosidad innata se ve atraida, y empezamos la aventura de la investigación, del conocimiento.
La primera declaración sobre “Los Grises” que llamó mi atención, y que era distinta del carnaval mitológico o mediático en el que hasta el momento estaban inmersos, fue la del astronauta Edgard Mitchell. Mitchell, en un discurso en Washington, aseguró que el evento de Roswell había sucedido realmente, con todas las incidencias alienígenas que conocemos, porque había recibido testimonios de gente muy allegada a él, pues de niño vivió cerca del lugar del accidente, y las había recibido hasta de personas que habían trabajado en dependencias públicas y que estuvieron en el preciso momento del incidente. Como se puede entender, las declaraciones del astronauta Mitchell tienen un alto grado de credibilidad, sobretodo por la responsabilidad que conllevan, él tendría que pensarlo mucho antes de pasar a la historia como un mentiroso o alucinado a causa de una declaración libre, y no como el astronauta de la mayor caminata lunar, es decir simplemente por sus méritos profesionales. Si Mitchell nos asegura que en Roswell sí se estrelló una nave extraterrestre, lo que sabemos es que los cuerpos de sus tripulantes recuperados pertenecen a la raza de alienígenas conocida como “Los Grises”, como los describe el Coronel Philip Corso en su libro “El día después de Roswell”.
El Coronel Philip Corso fue un militar de
A estos dos testimonios se viene a sumar un tercer dato, que por su fuente y por su fundamento, ostenta no sólo credibilidad, sino un aval insospechado al tema de “Los Grises”. Se trata del profesor de
Que haya académicos que reconozcan los méritos de estos profesionales sólo hasta que se decidan a hablar frontalmente de la existencia de los extraterrestres, y entonces eliminan de un tajo sus logros que antes halagaban, los desautoriza intelectualmente. Hay una sinrazón, una ignorancia obtusa en esta actitud, contraria a la honestidad y a la inteligencia. Por eso es que, como muestra, de que los testimonios de estos profesionales valiosos no tienen porque estar divorciados de sus fructíferas carreras, ni de la corrección de sus vidas como ciudadanos, voy a presentar algunas de sus consideraciones que hicieron sobre la raza de alienígenas conocida como “Los Grises”.